Profundo

 

La muerte comienza en un viaje lejano, de senderos analépticos, de ríos oníricos, todo.

Donde las llanuras desérticas cubren con el polvo del tiempo las huellas amorfas.

Allá, lejos, donde no se requieren espacios, y devana un mutismo ancestral.

Van y vienen por el Hades. Intermitentes. Bajo un sol que no calienta.

Para la tierra son relleno de camposantos, entre mármol blanco.

Para la esencia, la respuesta ontológica del universo, todo.

Que se hunde hasta las frías entrañas del inframundo.

Y se eleva la fragancia del vino y cempasúchil.

Se comprime en la inminente implosión.

De la memoria bautismal del Leteo.

De la guadaña junto a las jaras.

Forman pirámide invertida.

Poco a poco se entierra.

En el abismo solar.

Tan pequeño.

Reducido.

A ser.

Nada