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En defensa del clavo que sobresale

Gabriel Cerda Vidal

El lobito bueno
Érase una vez
un lobito bueno
al que maltrataban
todos los corderos.
Y había también
un príncipe malo,
una bruja hermosa
y un pirata honrado.
Todas estas cosas
había una vez
cuando yo soñaba
un mundo al revés.
Palabras para Julia y otras canciones, José Agustín Goytisolo
Gulliver
Un día los enanos se rebelarán
contra Gulliver.
Todos los hombres de corazón diminuto
armados con palos y con hoces
asaltarán al único gigante
con sus pequeños rencores, con su bilis,
con su rabia de enanos afeitados y miopes
Joaquín Sabina

Al salir del cine, me preguntó mi hija cuál de los Avengers era mi favorito. Desde el principio yo estuve reacio a llevarla a ver la película Endgame, nunca he sido aficionado de ese tipo de películas. No dudé en la respuesta, pero quise que ella adivinara. Adelantándose, me dijo: Ironman… Le contesté que ese era mi segundo favorito. Luego me dijo: Capitana Marvel; le contesté que sí, que me gustaba ella… pero que era la tercera. Aunque sabía mi respuesta, repasé de memoria la identidad de cada uno de los superhéroes para tener alguna alternativa a mi elección tomada. Definitivamente no comulgué con el discursivo paladín del imperialismo yanqui del Capitán América; tampoco me gustó el nuevo monstruo verde metrosexual, sin el poder que tenía el anterior. Antman presenta un potencial discursivo interesante en cuanto a la idea del relativismo de Protágoras1 y de Einstein:2 nada es pequeño ni grande, sino desde el ojo que lo dimensiona; pero el personaje no estaba a la altura de su propuesta. De cualquier otro no sé decir mucho, ni cuando fui niño me cautivaron los superhéroes, y en cambio siempre me fascinaron los villanos. Ahora, la respuesta resultará obvia: Thanos, le dije. Mi hija me miró con asombro, y me soltó de la mano para caminar delante de mí simulando no conocerme. Todavía con la tristeza de haber visto el sacrificio y muerte de Tony Stark, por la que casi todos lloramos, con su vocecita de pajarito de diez años me dijo con una sonrisita: “No me hables, papá”.

Como sabemos por la invasiva bomba mediática, aunque no queramos saberlo, Thanos es un supervillano imaginario que surge en los cómics norteamericanos editados por la compañía Marvel. Fue ideado por el guionista Jim Starlin. Como parece ser habitual, los personajes trascienden las carátulas de los pasquines, y unos visitan a otros en un mismo universo, diferenciado sólo por las sagas. Así que Thanos antagonizó por primera ocasión en febrero de 1973, en la historieta de El invencible Ironman. El nombre de Thanos es muy adecuado, pues hace alusión a la forma en que los griegos nombraban a la muerte: Θάνατος (Thánatos): particularmente se trata de una modificación al nombre del dios de la muerte no violenta, Tánatos. Thanos es uno de los villanos más fuertes del universo Marvel y ha luchado siempre de forma individual, como suele ocurrir con los verdaderos villanos que se respeten; siempre pelean contra hordas de montoneros como los Guardianes de la Galaxia, los Cuatro Fantásticos, los X-Men, entre otros; pero particularmente contra estos Vengadores, que son de quienes hablaremos ahora.

El planteamiento del personaje Thanos es maravilloso. No por la posibilidad de que en el fondo no fuera malvado y que en realidad deseara salvar al planeta de Galactus, quien quería devorarlo. Thanos es asombroso por muchas razones que en el discurso de la película se perciben.

Thanos es el prototípico villano del mundo de Vladimir Propp, investigador ruso estudioso de las narraciones populares. El cuento aparece entre protagónicos y antagónicos, entre esa perspectiva dualista de la realidad iniciada por el pensamiento pitagórico, acaso influenciada por el mazdeísmo de Zoroastro (García, 1967), y recogida en la religión católica por los sabios padres de la iglesia durante el largo medievo, plagado en años como en plagios, durante los cuales se fincaron los fundamentos de todo lo que Jesucristo nunca dijo. Pero en realidad esta visión maniquea escapa de la realidad, porque nadie es bueno, bueno, bueno; ni malo, malo, malo. Y así el ser humano se parece más a los dioses del Olimpo o a los dioses del panteón mexica, que así cometían caridades como canalladas; y a menos que se trate de un idiota, el ser humano, un solo sujeto, tiene capacidad de hacer las peores atrocidades como las más grandes maravillas. El ser humano, pues, es múltiple, complejo, contradictorio y lleno de matices.

Como sea, el villano Thanos encarna su prototipo ideal del mal únicamente desde la narrativa de los Avengers, que son quienes nos cuentan la historia. Ya se sabe que la Historia no existe (Pérez, 1991), y lo que existe son historias, en todo caso existe la historia de las historias. Y como escribió Bertolt Brecht en un poema: “Siempre es el vencedor quien escribe la historia, incluso la de los vencidos” (Brecht, 1999). En el discurso de la película escuchamos únicamente la perspectiva de los Avengers. Sobra decir que la historia es parcial y tendenciosa.

En consecuencia, debemos conjeturar la historia alternativa que, como hemos dicho, no será necesariamente la verdadera. La intención de Thanos era la de destruir a la humanidad por ser una estirpe débil, hipócrita, perniciosa y decadente… todavía se compadeció y no eliminó a toda la humanidad, y nos permitió una oportunidad dejando con vida a la mitad para esperar su regeneración. Por este acto se le tilda de villano. Sin embargo Yahveh, el dios hebreo, hizo algo parecido en el Antiguo testamento varias veces: el diluvio universal (Génesis 7:17); Sodoma y Gomorra (Génesis 19:28); muerte de primogénitos inocentes (Éxodo 11:4-8); durante los cuarenta años en el desierto (Éxodo 17:3, Números 14:3).

En realidad el Thanos de la película Avengers tiene mucho parecido al Yahveh de los hebreos. Se trata de un dios celoso que pretende que sólo a él adoren y agradezcan; un dios que proyecta purificar la corrupta raza humana. Un dios que a pesar de las consideraciones de sus enemigos, admiten ellos mismos que “nunca miente”, contrario sensu de Yahveh, quien mintió al advertir a Adán y a Eva que si comían del fruto prohibido sin duda morirían. Ambos comieron del fruto del bien y del mal, pero no murieron. Ante la desobediencia secular, solamente los expulsó del paraíso, y debió haber sido un gran dolor el que Yahveh sufrió, porque al negarles el paraíso implícitamente también se negaba a sí mismo su entrañable propio paraíso que con tanto amor se había generado; con todo y que sea una tremenda metáfora que explica la pérdida de la inocencia, la pérdida del arca de la alianza, la pérdida de la infancia, de lo que nunca, nunca se recuperará, el paraíso en el caso de Thanos se materializa en la paz de su retiro, el cual es brutalmente interrumpido por quienes no saben perder en buena lid.

El paralelismo entre Yahveh continúa, porque al igual que el dios de los hebreos, quien sacrifica a su propio hijo para salvar a la humanidad, Thanos sacrifica a su hija muy amada para obtener la gema del alma, cuando la propia Muerte le condiciona la entrega de la gema a cambio de que este otorgue la vida de la persona a quien más ama. Yahveh inmoló a Cristo para salvar a la humanidad también. La concepción filosófica de un mundo mejor en Thanos es sorprendente. Es necesario destruir para construir; propiamente la aplicación de la teoría del martillo y del súper hombre de Nietzsche (2015, 324).

Thanos se asemeja también a Yahveh por su inconmensurable bondad, su inexorable bonhomía, pues luego de cumplida su misión, con la cual nada ganaba, y gracias a la cual hacía un gran bien a la humanidad, se retiró para vivir una existencia humilde y sosegada cultivando su propio huerto; una vida ascética.

¡Ah, pero no!… no podía ser así la cosmovisión occidental del anglosajón moderno, del auténtico promotor del American Way of Life, del Américan Dream, del Destino Manifiesto, y de la Doctrina Monroe. La lógica entonces es la insidia, la traición, la mentira y la trampa. En la película los vencedores no soportan la derrota, no saben perder. Urden la venganza, que por ningún lado es un concepto aceptable, por ello se hacen llamar vengadores. La venganza, junto con la envidia, es uno de los peores sentimientos humanos. Los Avengers en realidad son un séquito de mediocres que únicamente encuentran la victoria cuando traman la traición y cuando se coligan mayoritariamente para combatir sin honor con superioridad numérica en contra de uno solo que sí es superior.

Este jaez de sperhéroes norteamericanos han peleado siempre con ventaja numérica, en contra de un villano maravilloso y muy superior en cualidades; sólo así, en multitud y con trampas, como en el caso de la película en la cual regresan el tiempo, es que consiguen la victoria. En la historia del imperio se advierten múltiples ejemplos: el financiamiento y dotación de ideología separatista al movimiento de independencia para aprovecharse de la anarquía y caos político en la emergente nación mexicana; la invasión a Veracruz, el Tratado de Guadalupe Hidalgo; la intervención en la Segunda Guerra Mundial; la injerencia en Latinoamérica para imponer dictaduras; las múltiples intervenciones militares en Medio Oriente, y un largo etcétera.

Sólo en tumulto es que pueden derrotar a un ser en lo individual, muy superior a cada uno de ellos, como en la película que los retrata. Thanos es incluso superior a un semidiós como Thor, dios que muestran decadente, autocomplaciente, débil y vicioso. Y como es de esperarse, el villano antagónico reúne aquí también una serie de características que ninguno de los protagónicos tiene: nobleza de espíritu, fortaleza, inteligencia, resignación fatalista, abnegación, sacrificio, sencillez y honestidad.

Sin duda, el mejor personaje de la película es, con mucho, Thanos; el clavo que sobresale, aunque le toque el martillazo.

En el camino mi hija y yo seguimos platicando pormenores de la película, y cuando llegamos a casa le dije: “Cuando tengas el doble de edad, hija, volveremos a ver la película”.


Notas

1 Puede consultarse el siguiente enlace: https://es.scribd.com/doc/8832700/El-Hombre-Es-Medida-de-Todas-Las-Cosas. Recuperado el 7 de mayo de 2019.

2 Ver Waldrop, Mitch (2017, 9 de septiembre). “La teoría de la relatividad de Einstein explicada en cuatro simples pasos”. En National Geographic. https://www.nationalgeographic.es/ciencia/2017/05/la-teoria-de-la-relatividad-de-einstein-explicada-en-cuatro-simples-pasos. Recuperado el 7 de mayo de 2019.


Bibliografía

Biblia (1990). (Trigésimo sexta edición). México: Ediciones Paulinas.

Brecht, Bertolt (1999). Poemas y canciones. Madrid: Alianza. (Versión de Jesús López Pacheco sobre la traducción directa del alemán de Vicente Romano).

García Tudori, Mercedes y Rosaura (1967). Introducción a la filosofía. México: Esfinge.

Nietzsche, Federico (2015). La voluntad de poder. Ensayo sobre una transmutación de todos los valores. México: Grupo Editorial Tomo.

Pérez Martínez, Herón (1991). “¿Cuál es el texto auténtico de la historia verdadera?” El Colegio de Michoacán. En https://colmich.repositorioinstitucional.mx/jspui/bitstream/1016/335/1/PerezMartinezHer%C3%B3n1991.pdf. Recuperado el 8 de mayo de 2019.


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