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El suplicio de olvidar

Paulina García González

Pero tuve miedo de amar con locura,
de abrir mis heridas, que suelen sangrar,
¡y no obstante toda mi sed de ternura,
cerrando los ojos, la dejé pasar!
Cobardía, Amado Nervo

Desperté en mi cumpleaños número 70. Abrí mis ojos con esfuerzo y un rayo de luz anunció el comienzo eterno de recordar y olvidar. La enfermera me ayudó a levantar. Mis manos, sin fuerzas, parecían estar vestidas con guantes de seda, pues ahora la piel que las cubría era tan delgada como las hebras de mi cabello blanco.

Comenzamos a desempacar y una pequeña fotografía guardada en un veliz color naranja inició con el tema del ayer. Era él, era yo. Era una tarde de marzo. Estábamos los dos sentados sobre una sábana blanca en la Plaza Mayor de Madrid. Lo supe porque jamás podría olvidar esos ojos tan suyos, tan tiernos, tan buenos.

La fotografía estaba fechada con el número 18 en la esquina inferior derecha. El año de nuestro viaje por España; el año de nuestro adiós. Pude revivir aquellas tardes con olor a canela y té verde. Aquellas puestas de sol con la pupila dilatada. Pude saborear esa boca que fue tan mía y que dejé pasar… ¡Por cobardía!

Los dos pudimos haber sido felices. Pero lo cierto es que siempre pesa el hablar de la gente. El hablar de las personas que observan diferencias que no saben callar. Diferencias al hablar, sonreír, caminar; al tomarnos de las manos. ¿Hubiese podido alguna vez cambiarme el dinero? No lo supe y no lo sabré nunca.

Del mismo estuche tomé con mi mano izquierda la fotografía de dos niños. Ellos tenían tu misma mirada color ámbar, la misma mirada de amor. Braulio y Marco Aurelio fueron los nombres que pensamos los dos. Ahora los sueño. Por las noches mantengo mis manos juntas en un rezo eterno. Abrazo dos muñequitos pequeños y los siento. ¡Cómo me habría gustado ser la madre de tus hijos!

El suplicio de recordar y olvidar es tan largo…

Al día siguiente volví a despertar; a creer que tenía 27 años, el cabello largo hasta la cintura, un vestido de flores y la boca sellada con un beso. Mas luego de un par de horas, regresé a mis años viejos y me encontré de nuevo sola en este cuarto frío, para recordar aquello que no tuve y no tengo.


Jumb13

De incógnito

Rolando Revagliatti Argentina