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Efraín Franco, el oficio de juglar

Gabriel Cerda Vidal

Al exponer el caso de Dante Medina, Efraín Franco aborda un tema central, el de vincular la actividad académica con la del creador; coordinar ambos hemisferios del cerebro, el racional y el intuitivo, el cuantitativo y el cualitativo, la razón y la intuición, el apolíneo y el dionisiaco, para decirlo en términos de Nietzsche.

En cuanto a la innovación de los paradigmas neoliberales emergentes, el nuestro es un entorno en el que se trueca el creador intuitivo por el creador metodológico, sistemático y con el propósito de comercio. La educación desde la innovación libertaria del pensamiento crítico y humanista ya no tiene rentabilidad. El surgimiento de una nueva palabra, un nuevo pensamiento academicista es objeto susceptible de mercantilización.

No hay que perder de vista que si alguien quiere dedicarse a ser escritor, a la literatura, no debe desvincular al escritor como figura mediática, y a quien escribe como el que produce los textos en una sola persona. El escritor ahora en un mundo mediático debe saber aprovechar todos los recursos de los que pueda echar mano. Comenta Efráin:

“Creo que Benedetti marcó pautas en ese sentido. Fue un autor muy leído en nuestra juventud, por nuestra generación; era cancionero, dramaturgo, novelista, ensayista, cuentista, conferencista, maestro o algo semejante… no hay género literario convencional, ni anticonvencional, que no toque con su pluma. ¿Eso qué nos indica? Que es una persona que está en el negocio de la literatura y que utiliza los periódicos, las revistas, los congresos, las editoriales, todas las editoriales, desde el Fondo de Cultura Económica hasta editoriales modestísimas… yo creo que es a donde tendríamos que aspirar desde una formación académica sólida, una vinculación local, nacional e internacional. Dante contó con esas posibilidades, nosotros quizá no tuvimos esa suerte, pero habrá que confiar en un futuro en los gestores”.

Se le menciona en esta parte a Efraín Franco que en entrevista con César López Cuadras, quien fuera muy incisivo en el asunto de las editoriales, comentaba que cuando logra uno capitalizarse como escritor entonces las editoriales promocionan esa figura pero imponiendo ciertos criterios; Cuadras decía: “Pasa con mayor incidencia en la narrativa; cuando ya hay un nombre que puede ser objeto de comercialización, entonces hay una cierta imposición de las editoriales”. Comenta nuestro entrevistado:

“Sí, eso es obvio, porque opera esa industria editorial, de eso no hay duda alguna, pues es negocio, pero de cada cierto número de profesionales de la escritura, quizá mil, uno llega a verse en esa situación; novecientos noventa y nueve, sin dejar de ser profesionales, tienen una determinada libertad. Creo que aquí en Jalisco ni Fernando del Paso es condicionado por las editoriales; probablemente Carlos Fuentes, probablemente este señor Coelho, pero nosotros no estamos en esa disyuntiva, para fortuna o para desgracia, no lo sé, yo creo que habría que verlo con más optimismo. Yo reconozco López Cuadras… llegó tarde a la literatura, o por accidente, lo cual no le quita la calidad, pero yo no estoy convencido de que tengamos que preocuparnos por eso, yo creo que nuestra preocupación debe de ser otra, profesionalizarnos, y esa profesionalización implica técnica, oficio, método, actitud… y te digo, yo percibo con gente que está en los medios, en la radio, en la prensa, gente del medio literario, que hay esa apertura, porque tiene uno que abrirse. Imagínate en mi caso, si solo invitara a mis amigos, o con los que tengo empatía, a los programas de radio… necesariamente las políticas son otras, de apertura. Lo mismo ocurre cuando uno maneja suplementos; si nada más tenemos y vamos a publicar a dos o tres que son nuestros amigos porque son de nuestro grupo literario, en cinco números se agota el suplemento; si nada más en la revista que nos apoya Conaculta o el Fonca vamos a publicar a nuestros cuatro o cinco amigos, también se agota; entonces, son las circunstancias las que nos están forzando a asumir otra actitud, y a mí eso me parece sano, nos permite dar el salto de literato provinciano, incluso con alguien que nos es totalmente contrario, en cuestiones estéticas o ideológicas”.

Otro factor evidentemente, vinculado a la creación estética, es el político. Al respecto, Efraín Franco comenta:

“Lo vemos en Barcelona, en Madrid, en la Ciudad de México, pero es para mí un signo de madurez, de apertura, yo creo que de la democracia, que aunque está tan sobada la palabra implica eso, que cedamos en algo todos y que seamos realmente incluyentes, y te digo, los recursos son escasos, entonces tendremos que aprender a compartir, a influir, a hacer proyectos comunes, conjuntos, porque si no, no hay posibilidades de sobrevivencia ni de profesionalización, esto lo empezamos a entender. Tuve yo un lamentable desencuentro hace unos años: Dante, Raúl, Pepe y demás querían incorporarse conmigo en el Instituto, y yo dije pues sí, aunque he tenido fricciones, se superan y punto. Por supuesto no hay ningún problema; voy a comentarlo con el rector y me dijo: ‘Sí, adelante hagan la sesión’, pero un grupo minoritario de gente del medio dijo: ‘Si ingresan ellos, nosotros nos vamos’ por esas fobias a veces extraliterarias. Y por más que yo intenté explicarles que lo que nos uniría en el instituto sería un proyecto académico, un proyecto estético, no puede convencerlos y no fue factible que se incorporaran. Para mí fue muy penosa esa situación, porque es gente con estudios doctorales, y ver todavía esa actitud irracional… encontrar esas actitudes, aunque no son las dominantes”.

Cuestionamos enseguida sobre las antologías y responde:

“Se requiere para una antología un gran conocimiento de la producción del momento o de los momentos históricos o de los autores a antologar, además de una gran madurez, una gran apertura y mucho más allá de las fobias. Antología, en el nombre lo dice, una selección de lo mejor, aunque sea mi enemigo político o sexual, debe estar si es que hay esa calidad. Las que tenemos en Jalisco o de Jalisco están marcadas por fobias y por fines; no tenemos una antología que no tenga esos tintes, pero aun así hay buenas antologías por lo que muestran, pero incompletas, y las que hicieron por allí Dante, Raúl y Pepe en 91 o 92 me parece un buen trabajo; lo que hizo el señor Vázquez también me parece bueno; lo que publicaron con Hermenegildo nos sirve, pero uno dice: ‘¿Por qué este poeta no se encuentra o por qué este poeta sí está?’ No es fácil, pero sería lo ideal, que se formara un cuerpo académico, con madurez, con una actitud incluyente, con una apertura ética, estética, que hiciera ese trabajo; es obvio que Dante es un gran conocedor de la literatura y del medio, Raúl Aceves no se diga, Pepe Bru… yo los considero gente muy valiosa, pero también es cierto que ellos tienen enemigos personales, y la visión del grupo es muy palpable. Falta entonces ese trabajo bueno y completo, que estén todos los que están y que estén todos los que son, y no nada más porque a mí me gusten, de ahí la importancia de trabajar en equipo, de generar parámetros estéticos. Hay quienes dicen ‘es que la literatura es muy subjetiva’. No, estamos hablando de investigación, de investigadores que utilicen una metodología, que trabajen con rigor. En este momento los que he mencionado estarían en la posibilidad de mejorar la antología que hicieron en el 91-92. A la fecha han pasado más de 15 años y ellos han madurado, la vida los ha golpeado y a veces eso enseña mucho más que estar seis años en el poder. Hay ahí una madurez que, como creadores, como profesores, como investigadores, deben aprovechar. Además, de 1992 a la fecha han hecho trabajos conjuntos que les han permitido cuajar como equipo; no sé si estén trabajando algo conjuntamente, alguna antología, pero me gustó su trabajo, que aunque no está completo es bueno, faltó este autor, o este creo que está de más”.

Para finalizar, hablamos sobre cuál habría sido la vieja conformación de los grupos literarios a partir de los cuatro grandes pilares que hemos mencionado, la influencia que tuvieron sobre la estética por la vocación paternal que tenían, por la vocación rectora, por la vocación de libros que nuestro entrevistado ha comentado, la dirección, pues es evidente que en la producción literaria la estética de esos nuevos baluartes, esos pupilos iba a ser determinante, ahora con la evolución de estos grupos que han mutado en cuerpos académicos, se le pregunta al doctor Franco: ¿Cuál podría ser la nueva influencia estética de los grupos literarios? ¿Se da también esta influencia estética, y si se da, cómo se daría? Responde:

“Yo no percibo esa influencia. Aquella presencia moral, aquella ascendencia moral fueron guías de lecturas de esos cuatro grandes, derivada del contexto mismo en que se encontraba la sociedad, la propia universidad; ahora se les llama facilitadores; las bibliotecas virtuales, internet… un estudiante, un amante de la literatura entra en contacto con la FIL, que antes no existía, con la cátedra Julio Cortázar, derivan en que uno no busque un padre cercano, que tenga una actitud mucho más crítica. Yo percibo en los estudiantes de literatura (fui profesor durante 14 años en la carrera de Letras) una actitud crítica porque empezaron a aprender métodos, por las bibliografías, por el contacto con maestros de otras latitudes, por su vinculación con la FIL, por mitificar a las figuras, qué se yo… a Fernando Del Paso, a Gabriel García Márquez, porque se ha vuelto muy sencillo decirle a Paco Ignacio Taibo II cualquier cosa de cerca, lo cual ha humanizado el trabajo del escritor, la conciencia de que son hombres los que generan esas obras. Antes no existía esta posibilidad, y cuando venía Adolfo Sánchez Vázquez, o eventualmente Octavio Paz, o por ahí una vez en el 80 Ionesco, nos prepararon, nos dieron cátedras de cómo comportarnos; la moral de Carreño se puso de moda; nos dieron a cada uno una copia, malísima en aquella época, de La cantante calva, o de La silla, para que pudiéramos preguntar… hicimos algunos ensayos: viene el gran gurú, y ahí estaban como organizadores Ernesto, Adalberto, Arturo, lo recuerdo muy bien… también que llegaba Arreola y todos en caravana literalmente. Esa es la parte romántica de la prehistoria. Ahora por supuesto que vamos cuando está Carlos Monsiváis o esas figuras, pero conversamos con ellos, nos tomamos el café y discutimos y ya los jóvenes tienen encuentros con la literatura y los escritores van a las preparatorias y hacen esas encerronas. Creo que la FIL en particular en Jalisco nos ha servido mucho para desmitificar, para vincularnos a los que nos interesa esto y también ver que esta es una industria editorial… Entonces sí, yo creo que es otro el momento en que se está viviendo y difícilmente vamos a mitificar a Dante Medina o a Raúl Bañuelos, a Pepe Bru, a Martha Cerda, a López Cuadras. Los vemos como colegas, se va dando ese proceso en buena medida gracias a la FIL, la cátedra, los medios, la propia universidad, internet, el contexto en sí. ¿Qué nos hace pensar esto? Que tenemos que trabajar en equipo, llámese cuerpos académicos, talleres, para obtener recursos y hacer de la literatura una forma de vida”.


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