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Reflexión docente

Juan Castañeda Jiménez

Inicié el semestre lleno de entusiasmo, pero pronto me percaté de que los estudiantes no sentían lo mismo. Muchos, constantemente perturbados por sus celulares, solo seguían la clase como de soslayo. Se ha dicho que los jóvenes de hoy son capaces de diversificar su atención... El precio que han tenido que pagar ha sido caro: han empobrecido la capacidad para concentrarse. He confirmado en las últimas generaciones (jóvenes de 30 años para abajo) un descenso en su habilidad para mantener la atención en un solo tema durante periodos largos de tiempo. Recuerdo una anécdota en la historia de la ciencia sobre Isaac Newton. Se dice que permaneció centrado en el tema hasta que terminó de escribir su Principia Mathematica, unos dos meses, tiempo durante el cual casi no se levantó de su asiento. Se cuenta que se olvidaba algunas veces hasta de comer… sin duda un maestro del control de la atención. En cambio, los jóvenes de ahora necesitan estímulos visuales rápidos. Las películas recientes muestran trenes de imágenes cada vez más cortos. Los videos que exceden cuatro minutos corren el riesgo de no ser vistos. Una conferencia de cuarenta minutos es raro que la vean completa. Las clases deben competir con esa agilidad y dinamismo. Una consecuencia: superficialidad en el pensamiento. Estamos viendo una modificación de los intereses intelectuales. Ahora con las TIC se privilegia la superficie, la información panorámica. Son escasos los estudiantes que dominan las matemáticas y la gramática. Las carreras que implican estas habilidades van a la baja. En otras palabras, la mayoría ni calcula ni lee bien... Su escritura es escueta, con errores ortográficos y sintácticos. Me sorprende la indiferencia que muestran los jóvenes frente a estas deficiencias. ¡Nada les preocupa! ¡Sus intereses están en otra parte!

Quisiera hablar de la educación de los sesenta e incluso antes. Los maestros eran exigentes y los estudiantes teníamos que aprender muchas cosas de memoria. Conocí un profesor de física en los años ochenta que preguntaba a sus estudiantes si era o no posible inflar una llanta de bocho con el aire que contenía el salón; también les preguntaba por la cantidad de agua que tenía una alberca cuya forma no era cuadrada... Esas eran preguntas de examen. No eran de opción múltiple. Si bien no todos eran capaces de contestarlas correctamente, la mayoría lo hacía (creo que los estudiantes mostraban competencia en física aunque no se interpretaba el conocimiento en estos términos). Eduard Punset —tiene un programa de televisión de divulgación científica— presenta una investigación inglesa que revisó el cerebro de los taxistas ingleses.1 En Londres los taxistas requieren una preparación de tres años para memorizar 25,000 rutas. Ellos conocen de memoria calles y formas de transitar por la ciudad. Las investigaciones confirmaron que ellos tienen sectores del cerebro (que controlan la memoria espacial: parte del hipocampo) más gruesos que el resto de las personas, lo cual sugiere que la práctica cotidiana influye en la estructura del cuerpo.

Sin duda, la manera en que la juventud usa su tiempo tiene efectos en su cuerpo. Sartori (2006) afirmó que la televisión (que diría ahora del internet) traería disminución del pensamiento abstracto en el hombre. Pasará de la era del Homo sapiens a la del Homo videns. Ello empobrecerá el pensamiento abstracto por supeditarlo a la imagen. En consecuencia, el pensamiento sería más concreto y superficial.

En los inicios de las redes sociales (por el año 1997) quise participar en los salones de chat que Yahoo puso en operación. En ese momento histórico se accedía a salas temáticas y solo era posible interactuar escribiendo mensajes. El audio se incluyó uno o dos años después. El asunto es que era fascinante entrar en contacto con personas de diversas partes y culturas del mundo. Había salones en diversos idiomas. Podías entrar y permanecer como espectador o también interactuar. Aquello era extraordinario. Pronto los abandoné debido a que las charlas eran un eterno comienzo: nunca se profundizaba en nada. La gente continuamente entraba y salía del salón de chat. No era posible tratar nada a fondo porque algunos (que llegaban) interrumpían. Apenas se lograba tomar un hilo temático y vuelta a empezar. Todavía hoy, muchos grupos de whatsapp o de otro tipo conservan similares características. Algunos envían mensajes, memes o videos pero no los comentan ni tienen relación con el tema que se está tratando… son como atropellos que ya nadie parece notar. Ese modo de interactuar, para mí, carece de interés. Claro, fui formado en un contexto en el que era importante conocer a fondo las cosas. Saltar de un tema a otro sin comprender ninguno tenía baja reputación. Por el contrario, las nuevas generaciones suelen dar prioridad a este modo de operar con el pensamiento. Y —como sostuvo María Elena Chan en una conferencia presentada durante un coloquio en marzo del año en curso— no es que la información que va al fondo sea mejor que la que permanece en la superficie, sino que todavía se sabe poco respecto de los efectos que esto produce. Por lo pronto, puedo percibir que los jóvenes tienen una habilidad muy superior a la mía, en cuanto a interpretar información multimedia.

Punset dijo que nunca le ha faltado trabajo.2 Él es un científico que muestra destreza para divulgar los hallazgos científicos. En cambio, muchos jóvenes tienen dificultades para encontrar trabajo y si lo encuentran, es mal pagado. ¿Cómo es que Punset, con 73 años, tiene trabajo bien pagado, mientras que los jóvenes no? ¿Personas como Punset ponen precio a lo que hacen y muchos jóvenes tienen que aceptar lo que les paguen? Punset lo atribuye al tipo de educación que recibieron. Dice que la educación actual requiere fortalecer cuatro aspectos que se han dejado de lado:

  1. Concentración de la atención.
  2. Trabajar en equipo de manera cooperativa (no competitiva).
  3. Resolver conflictos.
  4. Controlar emociones.

Concentración de la atención

La habilidad de concentrar la atención es la de permanecer enfocado; con objetivos claros que se persiguen perseverantemente. Muchos, incluso personas mayores, han perdido habilidad para perseverar en sus propósitos: se distraen con facilidad. En la actualidad, es común escuchar que los estudiantes han padecido o padecen trastornos de atención: hiperactividad. Se sabe que uno de los rasgos compartidos es la inseguridad psicológica en las personas hiperactivas respecto del amor de uno o ambos padres. El desamparo de los niños por parte de sus padres (quizá reforzado por la necesidad de trabajar) puede dejar vacíos que impiden el desarrollo de una atención sana. Por otra parte, esa desatención tiene efectos en deficiencias para comprender a otros y a sí mismos (deficiencias en la empatía). Las tradiciones filosóficas y religiosas suelen dar mucha importancia a la concentración de la atención, por considerarla básica para el disfrute de la vida.

Trabajar en equipo de manera cooperativa (no competitiva)

Siempre ha sido difícil trabajar en equipo, pero siempre muy necesario. Tener una actitud de implicación con objetivos de conjunto resulta muy productivo. El trabajo en equipo no solo enriquece materialmente, sino que crea subjetividad: los sujetos se construyen en la interacción. Cuando las interacciones son colaborativas, el resultado es de alegría por el trabajo. Hay algo superior cuando se logra trabajar en colaboración. También es el sufrimiento más duro su fracaso. A mi modo de ver, la falta de empatía empobrece el trabajo de equipo porque no es posible comprender al otro. La persona se convierte en individualista y a veces cae en el egoísmo de buscar sus intereses personales usando al grupo y ello también la empobrece como ser humano. En cambio, con empatía es posible comprender que el éxito de los demás incluye el propio éxito porque persiguen objetivos comunes. De otra forma no se puede hablar de equipo. Por desgracia tiene cada vez menos reputación el trabajo en equipo. El resquebrajamiento continuo de los grupos humanos trae aparejada la baja en la confianza y en la posibilidad de alcanzar el éxito laboral. Creo que la marcada tendencia a la disgregación de los grupos se deriva de la deficiencia en la empatía. El grupo matriz es la familia. Estoy percibiendo un descenso en su capacidad para mantenerse cohesionada. Muchos estudiantes manifiestan separación entre sus padres. Ellos ya no creen en el amor para siempre. En este punto recuerdo a un activista peruano —entrevistado en Radio Universidad— que decía que las nuevas costumbres de la humanidad ya no favorecen la vida. Decía que no cuidamos el planeta, no cuidamos los recursos comunitarios, no cuidamos la familia… y ello perjudica las condiciones para la salud y la vida. Necesitamos reparar, componer lo que falla y seguir adelante en lugar de desechar al primer contratiempo. También he notado en las parejas menos deseos de luchar por resolver problemas y esto tiene que ver con el tema siguiente.

Resolver conflictos

Enrique Pichon-Rivière (1985) decía que los conflictos no tienen solución porque aparecen como dilemas cuyos elementos se excluyen mutuamente. Optar por uno de ellos implica descartar los otros. Esto desencadena ruptura. Los dilemas son obstáculos para el aprendizaje; son mecanismos de defensa que ocultan temores más profundos. Superarlos implica transformarlos en problemas. Los problemas se pueden resolver, los dilemas no. En cada razón subsiste sinrazón. Destrabar dilemas o conflictos es el arte que todo ser humano puede aprender. El fracaso de este quehacer lleva a rupturas y al estancamiento doloroso. En el minuto 51 de una conferencia, Daniel Goleman3 cita un conflicto en el tren con un borracho buscabullas que pretende dar una lección a un extranjero; mientras avanza hacia el extranjero, un anciano le interrumpe con una pregunta que lo distrae y le hace sentir comprendido y aceptado, eso le hace olvidar el pleito. Aquel sentimiento inicial se transforma en una ocasión para conocerse y entenderse.

Controlar emociones

Controlar emociones es inteligencia emocional. No debe confundirse con inhibir la manifestación de las emociones “negativas”, sino más bien saber darles cauce permitido socialmente. Vale la pena ver el video completo que antes he citado. Allí Daniel Goleman desarrolla el tema de manera amena. También puede revisarse su libro Inteligencia emocional (Goleman, 2000) que fue un éxito a nivel mundial.

Quise citar los cuatro factores para que tengamos ocasión de confirmar que también son objetivos del Bachillerato General por Competencias (BGC). Creo que estamos fracasando en promoverlos. ¿Por qué lo digo? Porque no estamos yendo al fondo del problema. Nos estamos conformando con llenar bien los formatos, sin calar hondo en los jóvenes. Viene a mi memoria el recuerdo de una linda anécdota en un taller que coordiné. Una maestra dijo que estamos haciendo educación formativa; yo reaccioné interesado y le pregunté: ¿Cómo podemos saber que es formativa? Ella me contestó que lo era porque llenamos formatos. Todos nos reímos y seguimos adelante. Así de superficiales nos estamos viendo ahora.

En investigaciones recientes se ha descubierto que somos capaces de aprender de lo que dicen otras personas. Se aprende más rápido cuando además aplicamos lo que oímos que dicen. Hay que practicar la forma exitosa de hacer estas cuatro cosas. Creo que nos falta mucho por hacer. Necesitamos trabajar en colaboración nosotros mismos para diseñar mejor nuestras intervenciones en el aula.

Notas

1 Véase https://www.youtube.com/watch?v=WbrLdcm_D8A, minuto 14:50.

2 Véase https://www.youtube.com/watch?v=zHRglczX2hM&list=PLDYThdeoO4jzQ3j5E2BZlphQi7O16ziT5.

3 Véase https://www.youtube.com/watch?v=ikHT7EVGH8E.

Bibliografía

Goleman, D. (2000). La inteligencia emocional. México: Javier Vergara Editor. (E. Mateo, trad.)

Pichon-Rivière, E. (1985). El proceso grupal. Del psicoanálisis a la psicología social (Vol. 1). Buenos Aires: Nueva Visión.

Sartori, G. (2006). Homo videns. La sociedad teledirigida. México: Punto de lectura. (A. Díaz Soler, trad.).


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