Caos mental      Guadalupe Madaí Mata Cortés

Si te pones a pensar en el montón de cosas que podrías hacer si no te preocuparas por las personas que te rodean, te darías cuenta de cuánta felicidad podrías alcanzar: podrías tener cielos enteros para ti, comida sabrosa a reventar, te regocijarías sin temor a errar, no importa cuán utópico suene esto, no importa cuán trágico o cuánto miedo pueda dar; si lo piensas, no necesitas de los demás, nadie es indispensable para nadie, nadie más que nosotros mismos.

Las personas no me hacen ser mejor persona, ni peor, ni yo a ellas, entonces, ¿para qué tenemos que relacionarnos? No entiendo, no encuentro el sentido de las cosas, no encuentro el sentido de lo que me rodea, tampoco de lo que está en mi interior.

Cuando haces aquello que deseas, ¿estás seguro que realmente eso anhelas? ¿Cómo saberlo? ¿A dónde dirigirse? ¿O dónde quedarse? ¿Cómo saber que debemos continuar? ¿Cómo encontrar lo que queremos? Y si lo queremos, ¿por qué habríamos de buscarlo? ¿No se supone que esas cosas simplemente se saben? Lo complicado es trabajar por aquello que queremos, pero lo complejo para mí es encontrar aquello por lo que quiero trabajar y si no lo tengo, entonces no tengo nada.

En algún punto de mi vida me perdí, no sé si por torpe o porque me equivoqué de camino, o si en el trayecto me desvié y no supe cómo volver o simplemente decidí parar, dejar de seguir hacia el camino que creía correcto y me distraje en cosas absurdas.

Un día pensé que sabía lo que quería, otro día supe que no era así, pero mi consuelo fue que sabía lo que no quería, y conforme avanzaba me topé con esas cosas que yo decía no querer y por alguna extraña razón en ese momento sí las quería. ¿En qué me equivoqué? ¿Dónde estaban mis ideales? ¿Acaso era verdad que con el tiempo los ideales se desmoronan? Pero, ¿qué son los ideales?

La situación era tan grave que no quedaba ni una pizca del pasado en mi mente; los archivos se habían averiado o quizá se habían borrado por completo. Entonces, ¿qué hacer? La sola idea de comenzar desde cero me aterraba, me sentía tan perdida como el niño al que dejan en la fila del supermercado, tan asustada como el perro recién nacido que dejan solo en una caja de zapatos en la calle, sola, en el más crudo de los inviernos, sin nada en la mente como el anciano que padece de Alzheimer.

En internet hay un sinfín de artículos que te dicen qué hacer y en algunos casos hasta cómo hacerlo, pero, ¿de verdad me funcionaría? Y es que hay millones y millones de personas en la tierra, tratar de que lo mismo que le funcionó a uno le funcione a todos es como esperar que solo por nacer de la misma madre todos los hermanos tendrán el mismo rostro. ¿Entonces, seguir las indicaciones de la gente es lo que quiero hacer? Sería lo más fácil, si no te funciona tienes a quién culpar, o con qué justificarte.

Volver atrás es el deseo más infantil que existe, pero a veces es lo que quiero, porque no logro ver lo que he logrado de la fecha a la que quiero volver hasta la actual. ¿Y por qué debo dividir esto en fechas? Porque la realidad es una línea continua, y más que una línea, un momento, un infinito, un todo. ¿Cómo puedo entonces regresar al momento que quiero si estoy dentro de él?

Recordar el éxtasis no me ayuda a saber cómo volver a sentirlo. Una vez una persona que en ese momento era muy importante para mí me escribió que siguiera trabajando hasta llegar a la cúspide de la montaña; pero no sé cuál es esa cúspide. En cierta ocasión escuché en una película que “la vida es cuesta arriba, pero la vista es genial”.

Lo de la cúspide y lo de la vista genial hablan de cuestas empinadas, una metaforiza la vida como una montaña y otra habla sobre ella explícitamente; una le da más importancia al hecho de llegar a la cima y la otra al gran ascenso para llegar a dicha cima. ¿Cómo saber cuál es la correcta? ¿O se debe hacer una fusión de ambas? Así, llegues o no llegues a la gran cima habrás ganado, habrás alcanzado la cima de tu existencia en cada paso, en cada momento, porque cada paso implica una nueva cima a la cual llegar.

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